Una esencia se esconde en un frasquito pequeño, tan frágil que se convierte en irrompible, con el vidrio rallado, y resquebrajado pero sin perdidas, empañado por el calor que se encuentra dentro, y el frio que hace fuera, tan frio que no deja fluir la sangre del corazón a las venas, solo controla el cuerpo la razón. Los impulsos inexistentes se remueven por querer lanzarse a una piscina de agua para poder refrescarse, el deseo de actuar sin pensar se queda en una esquinita con miedo, cobarde y sumiso. ¿Hay un motivo para dejarlos en libertad? ¿Solo un motivo que merezca la pena de verdad? ¡No!

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